La Trilogía de la Fundación, de Isaac Asimov
Actualizado: 22 abr 2021

La semana pasada reseñé una relato corto, así que hoy, para compensar, traigo trilogía. Zas! In your face.
La Trilogía de la Fundación, escrita por Isaac Asimov entre 1951 y 1953 es una de las obras de ciencia ficción más importantes de la historia de la literatura y está compuesta por tres libros: Fundación (1951), Fundación e Imperio (1952) y Segunda Fundación (1953). Posteriormente Asimov escribió más novelas sobre la Fundación, pero estos tres fueron los primeros libros de la saga y conforman un ciclo autoconclusivo. Creo que se deben leer como si fueran un solo libro y, de hecho, suelen editarse así.
Vamos con la primera parte, Fundación: estamos en algún año posterior al 12.000 de la Era Galáctica, en Trántor, la capital de un Imperio que gobierna a toda la humanidad y que abarca toda la extensión de la Galaxia (se entiende que la Vía Láctea). Trántor es un enorme planeta-ciudad cuya única función es administrar el Imperio en paz y prosperidad. Todos parecen vivir en los mundos de Yupi y se cree que el Imperio durará para siempre, pero Hari Seldon, un científico que ha desarrollado la disciplina de la psicohistoria a través de complejísimos cálculos matemáticos, descubre señales de decadencia del Imperio y predice su inevitable caída y descomposición, la cual dará paso a 10.000 años de barbarie y guerras entre mundos. La psicohistoria es una ciencia que estudia el comportamiento de grandes masas humanas, a nivel galáctico, y sus predicciones son inevitables, con independencia de lo que hagan los individuos particulares. Así que Seldon elabora un plan: en lugar tratar de evitar la caída, lo cual es imposible, crea una Fundación de científicos con la misión de confeccionar un enciclopedia que acumule todo el saber de la humanidad. Con ese conocimiento se podrá reducir el período de barbarie a solo 1000 años. Tras este período y, gracias a la labor de la Fundación, que tendrá que ir superando distintas crisis pronosticadas por Seldon y sus matemáticas, surgiría un Segundo Imperio, mejor y más molón que el anterior. La Fundación se establece en Términus, un planeta remoto de la periferia galáctica. Pero Seldon crea también una segunda fundación en el otro extremo de la Galaxia, sin dar a nadie demasiada información. Pronto, los habitantes de Términus descubren que la verdadera misión de la Fundación no es exactamente la elaboración de la Enciclopedia. El resto del libro narra de forma muy épica y con muchas intrigas cómo la Fundación va desarrollando su poder a medida que el Imperio decae y se divide en reinos atrasados y beligerantes.
En la segunda parte, Fundación e Imperio, la Fundación ya lo peta, y es respetada y temida por todos los reinos decadentes que rodean a Términus. Pero los restos del Imperio aún se resisten a perder su gloria, sobre todo cuando uno de sus más jóvenes y ambiciosos generales, Bel Riose, decide asediar los territorios de la Fundación para su conquista. La Fundación trata de plantar cara a Riose, entendiendo que se trata de una nueva crisis Seldon. Pero todas las predicciones de Seldon y los planes del Imperio moribundo se van a tomar viento cuando entra en escena el Mulo, un mutante muy poderoso cuyas capacidades no fueron previstas en las ecuaciones de la psicohistoria, y que amenaza con dominar toda la Galaxia bajo su gobierno autoritario de la Unión de Mundos.
La tercera parte, Segunda Fundación, va precisamente de eso, de la misteriosa segunda fundación que Seldon creó en el otro extremo de la Galaxia, sin concretar exactamente dónde, y cuya misión y métodos son completamente distintos de los de la primera. Muchos creen que la Segunda Fundación es un mito o un farol que se tiró Seldon para despistar, pero tanto el Mulo como los miembros de la Primera Fundación la buscan incansablemente para obtener respuestas. Y no os puedo contar nada más sin hacer spoiler de un montón de movidas de las tres partes. Así que, a leer, que en esta trilogía hay sorpresas hasta en la última línea, literalmente.
La trilogía tiene a mi juicio dos puntos muy fuertes: el primero es toda la compleja trama que se desarrolla a través de siglos de historia futura y que mantiene intriga constante por medio de diplomacia, actos de espionaje, investigaciones científicas y, también, batallas. El segundo es la ambientación. Desde las naves espaciales, las ciudades futuristas y los diferentes artefactos que utilizan los personajes (como campos de fuerza que repelen rayos o instrumentos musicales que transforman sonidos en imágenes) hasta las distintas sociedades que pueblan la Galaxia, pasando por planetas ficticios de lo más varipinto: Trántor, cuya superficie está integramente cubierta por la ciudad del mismo nombre que rige el Imperio; Términus, el pequeño planeta remoto de la Fundación; Kalgan, el planeta de recreo de las clases privilegiadas de la Galaxia; Rossem, un planeta helado donde solo en su ecuador es posible la vida y en el que rústicos agricultores luchan por sobrevivir. Y así muchos más... Lo que no hay son robots, ni uno. Y llama la atención, porque Asimov es famosísimo por sus relatos de robots, pero con la Trilogía de la Fundación decidió pasar del tema.
Luego también encontramos licencias o clichés literarios con poca base científica, como los saltos al hiperespacio, el hecho de que toda la Galaxia hable un mismo idioma con algunas variantes, o que el tiempo se mida siempre en años, meses y horas terrestres en cualquier punto. Hacia el final de la tercera parte se da una cierta justificación a estas cosas, pero bueno, aunque cogida por los pelos, se perdona. También es interesante ver los elementos de futuro retro, producto de una obra escrita en los 50. El uso generalizado del papel para enviar mensajes en una civilización galáctica es un buen ejemplo de ello. Pero también hay interesantes anticipaciones, como un aparato para leer y escribir que sería el equivalente del actual libro electrónico.
Para finalizar, el mensaje de Asimov es claro. Como buen racionalista, defensor de la ciencia y de la libertad de pensamiento, nos habla de la importancia del conocimiento, no solo para el progreso científico y material, sino también para entender la sociedad, la política y alcanzar mayores cotas de bienestar humano. La ficticia psicohistoria sería a las ciencias sociales lo que la fusión fría a la producción energética o la teoría del todo a la física (aunque el poco aprecio que se le tiene al método científico en las facultades de "ciencias sociales" hace menos probable el surgimiendo de algo parecido a la psicohistoria que de la fusión fría, pero eso es otro tema...). También nos habla de la inteligencia y de la estrategia como vías de resolución de conflictos superiores a la fuerza bruta y al puro voluntarismo. En definitiva, ciencia o barbarie.
Desgraciadamente, no hay películas por ahora que versionen esta obra de Asimov, aunque haya servido de referencia para mucho cine. Y tampoco he encontrado música inspirada en la trilogía, pero os dejo esta joya de entrevista que le hicieron al autor en 1982, donde habla sobre la relación entre ciencia-ficción y ciencia, sobre algunos temas de astrofísica, y sobre el futuro de la exploración espacial. Está dividida en dos partes (menos de 20 minutos en total).