Asesinato en el Orient Express, de Agatha Christie
Actualizado: 22 abr 2021

Esta vez traigo una de las obras más míticas de la literatura policíaca. Asesinato en el Orient Express, de la británica Agatha Christie, fue publicado en 1934 y es una de las novelas icónicas del detective privado belga Hercule Poirot, el protagonista principal de ésta y de muchas otras obras de Christie.
Se trata de un personaje heredero de otros detectives anteriores como C. Auguste Dupin, de Edgar Allan Poe (que inicia el género policíaco), o Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle. Poirot es casi tan conocido como éste último en la cultura popular, y cuenta con un carisma y personalidad propios. Todos tenemos en mente su descripción como un tipo regordete, bajito, con cabeza de huevo y un bigote ridículo (un aspecto que hace que otros personajes de la novela no lo tomen muy en serio al principio), pero también es paciente, metódico, atentísimo al detalle, irónico y algo engreído.
La historia comienza en pleno invierno en la estación de Alepo, Siria, donde Poirot coge el Taurus Express con destino a Estambul tras haber solucionado un caso para las autoridades británicas, que en aquel momento dominaban la región. En una de las paradas que realiza el tren, Poirot escucha una conversación entre dos personajes que luego tendrán mucha importancia en la historia, pero de momento la cosa se queda ahí. Una vez en Estambul, nuestro prota se hospeda en el hotel Tokatlian, donde le ocurren dos cosas: recibe un telegrama en el que se le pide que acuda a Londres cuanto antes para resolver otro caso, y se fija en un tipo con aspecto muy chungo que le da muy mal rollo.
Esa misma noche Poirot marcha hacia la estación de Estambul para coger el Orient Express, el legendario tren que hace la ruta desde la ciudad turca hasta París, atravesando toda Europa. Pero, al llegar al convoy, los empleados le dicen que no quedan camas disponibles porque el tren va lleno, algo extraño en aquella época del año, como comenta Poirot con su amigo, monsieur Bouc. Éste es el director de la compañía que opera el Orient Express y, como también va a viajar en el tren, hace valer su cargo y ordena a los empleados que le hagan un hueco a Poirot. Y todos a callar, que el que manda es él.
Así que, nada, ya con todos arriba, el tren parte hacia París. Al día siguiente, Poirot descubre que entre los pasajeros se encuentra el tipo con cara de malas pulgas que vio en el hotel de Estambul. Éste lo aborda y le cuenta que es un importante hombre de negocios americano, que su nombre es Ratchett, y que su vida está en peligro. Al parecer Ratchett estaba recibiendo mensajes amenazantes y teme que alguien pueda atentar contra él durante el viaje, por lo que, tras halagar la fama de Poirot como detective privado, le ofrece una pasta gansa para que investigue quién puede estar detrás de las amenazas. Poirot, como desconfía de él, le dice que se peine y se va de cháchara con su colega Bouc.
La movida es que esa noche empiezan a escucharse demasiados ruidos en el tren. Poirot, que tiene su compartimento en el vagón Calais, justo al lado del de Ratchett, escucha a éste darse un golpe y llamar al encargado del vagón para luego disculparse y decir que no necesita nada. Suena la campanilla de otro compartimento y el encargado va de un lado a otro. Poirot, cansado de tanto ruido se asoma al pasillo del vagón y ve alejarse a una mujer envuelta en un kimono de color escarlata, pero no logra identificar quién es. Para colmo, durante esa misma noche, el tren queda detenido por una tormenta de nieve cerca de la ciudad de Vinkovci, en la actual Croacia, en aquel entonces Yugoslavia. Pero bueno, a pesar del jaleo, al final Poirot se duerme y tan pichi.
A la mañana siguiente, mientras los pasajeros se van despertando y preguntándose qué pelotas van a hacen con sus vidas a causa del retraso, se descubre el cadáver de Ratchett en su habitación con un montón de puñaladas por todo el cuerpo y una serie de objetos en su compartimento, como una pipa, un papel quemado o el reloj destrozado de la propia víctima. Monsieur Bouc le pide entonces a Poirot que investigue el caso antes de que llegue la policía yugoslava, para poder así entregarles al asesino y no enmarronar a la compañía con una investigación oficial ni retrasar más el viaje. Poirot acepta y, con la ayuda del propio Bouc y del médico griego Constantine, que viaja con Bouc en otro vagón, se lanza a analizar las pruebas e interrogar al resto del pasaje del vagón Calais: Miss Debenham y el coronel Arbuthnot, ambos británicos; la princesa rusa Dragomiroff y su sirvienta alemana Hildegarde; el norteamericano McQueen y el británico Masterman, respectivamente secretario y criado del fallecido; el italiano Antonio Foscarelli, un vendedor de coches que trabaja en EEUU; la señora Ohlsson, una misionera sueca; Cyrus Hardman y la señora Hubbard, otro dos americanos muy peculiares; los Andrenyi, condes húngaros que viajan con pasaporte diplomático; y Pierre Michel, el encargado del vagón, un sencillo empleado francés. Y hasta aquí puedo leer. Si queréis saber como acaba la investigación, tendréis que leer vosotros el libro.
Decir que la novela es una pura historia policíaca, de suspense, sin trasfondos ni simbolismos profundos, ni más objetivo que el de entretener. Aunque al final, cuando el caso está ya resuelto, se plantea un dilema moral que tiene su relevancia hasta nuestros días.
Creo que el libro tiene tres puntos fuertes: el primero es la trama, que atrapa desde el primer momento a través de las pesquisas de Poirot para desentrañar el misterio. El segundo es el romanticismo de la ambientación; un viaje en el ya desaparecido Orient Express entre la aristocracia y la alta burguesía del primer tercio del siglo XX. Y el tercero son propios los personajes, que están muy bien construidos. La mayoría de los investigados representan los estereotipos nacionales de la época y la autora los utiliza para despistar y añadir elementos a la trama. Está muy logrado también el contraste entre Poirot y monsieur Bouc quien, impaciente por resolver el caso cuanto antes, sirve de contrapunto para los razonamientos más elaborados y metódicos de Poirot.
Se han hecho varias adaptaciones del libro, tanto para el cine como para la televisión, pero voy a recomendar, por supuesto, la película de Sidney Lumet de 1974, que fue nominada a varios Oscar (aunque finalmente solo consiguió el de mejor actriz de reparto para Ingrid Bergman). La película respeta escrupulosamente la obra de Agatha Christie, cambiando solo algunos nombres y detalles, las actuaciones están conseguidísimas y el reparto es un muestrario de estrellas hollywoodienses de la época.
También existe una serie, Agatha Christie's Poirot, que adapta muchas novelas del personaje y tiene un capítulo para Asesinato en el Orient Express que está muy bien. Por último, existe una película mucho más reciente, pero es tan lamentable que no pienso ni mencionarla, así que, por favor, leed el libro y/o ved la peli de Lumet. Os dejo aquí el trailer (va en inglés, sorry).